2007/02/10 | By: Maitena












años de revolución, de lucha por el cambio.

Mi niñez se reduce a cuatro fotos y algunos recuerdos, los años posteriores fueron intensos… mis luchas y las luchas.

Me levantaba con el alba, mi misión consistía en tomar un tren que me trasportaba a la fabrica de camisas donde trabaja y que quedaba justo en la parte opuesta de donde vivo, cruzar Valencia de parte a parte.

La década de los sesenta avanzaba, en casa, mis hermanos empezaban a hablar con mi padre de movimientos sociales y de revueltas estudiantiles, mi madre tenía miedo y yo escuchaba,

Joan Manuel Serrat cantaba sus primeras canciones, me olvide un poco de Elvis y los Beatles para centrarme en la música protesta o de autor.
Las mañanas eran frías y en los vagones de aquellos desvencijados trenes viajábamos como borregos conducidos al redil, al apearnos y de vez en cuando aparecía un muchacho que como un rayo sembraba el anden de octavillas y desaparecía entre las vías.

Aquellos panfletos eran algo que yo cada día esperaba… me agachaba, cogía uno, lo leía con avidez, preguntándome quién podría ser ese muchacho y como se podría contactar con él… otra gente, la mayoría, ni siquiera se agachaba a coger los papeles, y el que se atrevía lo escondía inmediatamente, para que nadie lo viese. Se sentía… se palpaba el miedo a un simple papel.

Hay algunos recuerdos que se dilatan en el tiempo, pero si recuerdo perfectamente mi primera manifestación clandestina.

Era el 1º de Mayo de 1.967… fiesta grande de los trabajadores y disfrazada con el nombre de San José Artesano… la calle La Paz era el sitio en que nos habían dicho que se daría un salto… ni siquiera una manifestación… por la calle se podían ver a personas que deducimos eran policías de paisano… Llegamos a oír la conversación de dos de ellos que fueron tras un muchacho porque ¡llevaba los calcetines rojos! Lo detuvieron y se lo llevaron en una furgoneta de la policía nacional… los antidisturbios.

No fue posible realizar el más mínimo gesto de protesta en aquella calle. Entramos en una cafetería a tomar un café… éramos muchos los que optamos por esto al ver que no era posible manifestarse… Entraron unas personas que dijeron ser policías y nos desalojaron a empujones.

A pesar de estas anécdotas y de otras muchas que continuare contando, mi vida no era triste…que nadie piense eso…he sido, continuo siendo extrovertida, me rió y se sacar lo positivo de la vida.

…y por supuesto, también fueron… tiempos de amor






6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho cómo pintas tus recuerdos. No es la primera vez que te leo, pero por fin me decido a dejar un comentario. Me acercas a tantas historias de dureza, pero también de ilusión, que he ido coleccionando de mis padres a lo largo de los años (lo sigo haciendo).

Un beso.

Maitena dijo...

he pasado por tu blog, no se que pasa que hoy tengo dificultades para acceder...
esto es lo que te comentaba...

Hola, te devuelvo la visita, aunque tampoco es la primera vez que he pasado por aquí a veces no se comentar, me he metido en un grupo de personas demasiado profundas y yo solo se escribir desde la sencillez de las palabras mas simples...pero me encanta leeros y devanarme los sesos pensando en lo que hay detrás de ellas.

la foto me causa tristeza, es una mujer joven y guapa...pienso que la belleza y la juventud no deberían morir nunca.

un petò

Chalá perdía dijo...

Tu juventud y tu belleza es la que no morirá nunca gaviotilla, la tienes en tus ojos y tu risa...y no te quedan a ti luchas!!!

Anónimo dijo...

;)...nos pones los días de panfletos y te guardas las caricias en la noche?...uhmm. estas queriendo que te leamos más?...lo vamos a hacer igual aunque no nos crees intriga...besicos guapa.

Anónimo dijo...

Blogia está dando problemas hoy, no sé que estarán tocando, pero leo tu respuesta aquí. Gracias.

Volveré a leer más recuerdos.

Un beso.

Isabel Martín dijo...

es bonito recordar la primera manifestación.... yo la recuerdo a hombros de algún melenudo
pero ahora ya no son lo que eran, que desde que los curas y picoletos se montan sus manis más bien parecen procesiones

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