2008/12/28 | By: Maitena

INOCENTES









El 28 de diciembre nos recuerda lo que somos durante los otros 364 días del año.


Mark Twain




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La "inocentada" que mas destaca hoy la prensa.....


Israel bombardea Gaza y causa más de 200
muertos.
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2008/12/27 | By: Maitena

ARTE




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2008/12/24 | By: Maitena

Felicitación








El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.






¡¡FELICES TODOS LOS DÍAS DE VUESTRA VIDA!!










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2008/12/21 | By: Maitena

SE BEBEN LA LUZ


Pregunte, ¿Para quién escribía Gloria Fuertes?

Me contestaron, escribía para niños.


Puedo deciros...

Yo puedo deciros
que el carbón no mancha,
que el malo no es malo,
que el soldado nunca quiere ir,
que el olvido no existe,
que no hay muerte que mate.

Yo puedo deciros
dónde está la Luz,
la otra,
no ésta,
la luz donde crece la Armonía...
A veces me pregunto:
¿Hay cosa más fácil
que hacer un hombre de un criminal?

Nada tan sencillo
como comunicarnos sin teléfono.

Escribo para niños,
para peces,
para rameras honradas...
para ti.
A veces digo que la estrella es un clavel blanco,
pero eso no vale para nada.
Yo sé cuándo fallo y cuándo tengo razón.
Porque aún estoy viva
y tengo que manifestarme en la sombra,
porque hay hombres ¡que se beben la luz!


(Gloria Fuertes)


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2008/12/14 | By: Maitena

CUENTO DE NAVIDAD (epilogo)

-¿Nos invitas a cenar?-
-¿Tengo que invitarte? Esta es tu casa-
- Vale, ahora vamos-

Parecía un día mas, uno cualquiera de los miles que compartimos, hasta que al final de la cena….

-Adrià, diles lo que te vamos a comprar-

-¡un bebeee!!!-

Este dialogo es el punto final a la serie de cuentos de navidad, una crónica de ilusión y esperanza de futuro

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2008/12/09 | By: Maitena

CUENTO DE NAVIDADA (3)


Había una vez….

Había una vez….

…un rey que tenía tres hijas


Los ascendentes de este rey fueron expulsados hace muchos años de su reino. Él tuvo que sufrir el nacer en el destierro y educarse humildemente en colegios lejos del reino, el pobre rey, era pobre.

El país fue tomado más tarde por un señor que era muy malo, la gente pasaba hambre y las cárceles estaban llenas de hombres y mujeres que levantaban sus voces pidiendo justicia.

Un buen día, cabalgando sobre corceles plateados retornó desenfundando la espada de la libertad y el pueblo gozoso le restituyó la corona, un palacio y múltiples mercedes para que su vida fuese realmente la de un REY.

Durante muchos años gobernó y fue incrementando su fortuna, casó a las hijas con plebeyos y que procrearon una prole de infantitos sanos.

El rey era muy valiente, él solito se enfrentaba a osos y tiburones.

La reina era muy buena, repartía sopa entre los pobres y les ayudaba con limosnas.

Las infantas educaban a sus pequeñuelos junto con sus buenos esposos que trabajaban en labores sencillas, como cualquier súbdito.

Vivían todos muy felices en palacio. En navidades siempre saludaban al pueblo mostrándose en el balcón del palacio todos juntos para que las gentes viesen lo unidos que estaban…

¡VIVA EL REY! ¡VIVA LA REINA! ¡VIVAN LAS PRINCESAS! VIVAN LOS INFANTITOS! - Gritaban con júbilo las gentes

La plebe estaba contenta viéndolos tan felices y como comían perdices mientras a ellos les daban con la sartén en las narices.

…y colorín colorado, este cuento se ha acabado y el que no levante el culo se le ha socarrado.
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2008/12/05 | By: Maitena

PARA TI




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2008/12/02 | By: Maitena

CLARA











Ayer fue el día internacional contra sida










Hoy ha dejado este mundo el hombre que hace años puso voz a esta canción






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2008/11/28 | By: Maitena

CARTAS CON SABOR A SAL

Aqui dejo el relato....
















Cartas con sabor a sal




Dedicado a todas aquellas mujeres…
sin conocerlas he percibido su tortura


Amparo Gómez





Grosseto, 25 de Septiembre de 1948

Querida Julia,

Ya ves que no falto a mi promesa y, tras llegar al destino y acomodarme en la que a partir de hoy será mi casa y mi nueva vida, aprovecho la salida de Arturo a resolver unos asuntos de trabajo para escribirte contándote cómo es todo esto.

Ha sido increíble, Julia. Después de vuestra sentida despedida en el aeropuerto, al llegar a las escalerillas del avión y ante el asombro de todos los pasajeros y azafatas que esperaban en lo alto, me ha tomado en brazos ascendiendo hasta depositarme en mi asiento.

A pesar de las dudas que siempre te ha suscitado, he de decirte que estás muy equivocada con él. Sabe que para mi no ha sido fácil separarme de ti, eres mi más entrañable amiga y la única familia que tengo, sin ti mi vida no habría sido nada. Es por eso, porque sabe lo sola que estoy en este mundo que me colma de atenciones, además, tú sabes que es un ser muy positivo y que a su lado la tristeza desaparece.

La casa es preciosa. Nunca imaginé que el mediterráneo fuese tan inmenso. ¿Recuerdas cuando de niñas nos llevaban nuestros padres a la playa y pensábamos que el mar terminaba allí donde la línea del agua se juntaba con el cielo?, ahora veo esa línea desde otro punto y pienso que no estamos tan lejos, que quizás alguna vez nuestras miradas se pueden cruzar si ambas miramos con atención…. uy, estoy empezando a divagar, continúo contándote como es la casa… Está situada frente al mar, en la provincia de Grosseto, en el corazón de la Maremma. Según me ha explicado Arturo es una antigua construcción que él mandó restaurar dotándola de las mejores comodidades pero sin dejar perder el estilo de origen, al parecer es una construcción de la Edad Media, ¿te imaginas?, yo en un castillo de la Edad Media cual princesa de cuento de hadas, con su bello príncipe y sin faltar el amor… Continúo. Tiene dos plantas más el ático. Desde la sala en la que te escribo se ve el mar, nuestro mar, mi mar, ese mar que tantos momentos de felicidad me ha proporcionado y a la vez tanto dolor, dolor que no hace mermar el placer que sus aguas me proporcionan… Una escalera conduce hasta la playa, un jardín rodea la casa, la vegetación es abundante y está muy bien cuidada.

Aún no se qué papel voy a desempeñar en este lugar. Quiero trabajar, me gustaría situarme por mi misma sin la ayuda de Arturo, buscar un bufete, ejercer de lo que me gusta, planificar mi tiempo y sentir que conservo un espacio propio. Aunque de momento estoy a gusto disfrutando de lo maravilloso de este amor, querida amiga, qué afortunada he sido al conocer a Arturo.

Escríbeme tan pronto como te sea posible y mantenme informada de todo lo que haces, no quiero perder el contacto con lo que quiero.

Un abrazo muy fuerte, muy fuerte.

Gloria



Grosseto, 10 de enero de 1949

Querida Julia,

Es la primera vez que no has estado a mi lado en estas entrañables fiestas, desde la muerte de mis padres nunca nos habíamos separado. Sin ti no se cómo habría superado aquel trance, tus padres y tú os convertisteis en mi apoyo, en mi familia, es por eso que hoy me siento incompleta, me falta tu abrazo y tu compañía.

Después de días y días planeando el viaje le surgió un contratiempo en el trabajo y tuvimos que posponerlo, no creas que a él no le dolió, vi lágrimas en sus ojos cuando me comunicaba que no podíamos viajar a España para pasar las Navidades contigo. Tenía que salir en vuelo urgente a Nueva York y yo tendría que quedarme en casa esperando su vuelta, se trataba de un viaje corto, resolver unos asuntos y volver. Me prometió que estaríamos contigo para el año nuevo.

El día de Reyes bajé a la playa. Hacía mucho frió y un gran olaje agitaba las aguas de nuestro mar, en la arena de la playa siempre te siento cercana, no se que sería de mi sin tu recuerdo. Te había comprado un precioso colgante con una amatista granate en un viaje que hicimos a Roma a finales de Noviembre. A mi me gustaba más la piedra en verde por ser tu color preferido, pero Arturo dijo que el granate tiene más clase y es más elegante, no quise contradecirle, él es más de mundo y entiende más que yo.

Ve a la playa Julia, siéntate un rato en la orilla y vigila con atención las aguas, tiene que estar llegando mi regalo. El mar te lo acercará, ya que a mi me es imposible enlazarlo en tu cuello. Lo deposité con sumo cuidado sobre las olas y le pedí a un delfín que te lo llevase con esta dedicatoria…

“Para Julia, de su amiga Gloria, aquella que tanto le debe y solamente puede agradecérselo con este pequeño regalo que el mar le entrega”

Hace dos días que ha regresado.

Me ha traído un precioso abrigo de piel de Visón que ha comprado en una de las mejores tiendas de Nueva York. Tendrías que verme Julia. Va a llevarme a la ópera en Venecia para que lo luzca -“no volveré a dejarte sola, amor mío..., me he sentido tan desafortunado sin ti”- me ha dicho mientras me besaba sin dejar de pedirme disculpas, me ama. Puedes sentirte tranquila querida mía, todas las tristezas se disipan cuando me siento entre sus brazos.

Me ha prometido que viajaremos esta primavera a España, que si algo se complicara podría ir sola. Me he sentido tan feliz al escucharlo… Le amo, le quiero tanto que cualquier contrariedad se me olvida cuando me besa.

Muchos besos para ti y tus padres. Diles que no les olvido, que os quiero mucho.

Gloria



Grosseto, 14 de Julio de 1949

Querida Julia,

Sé que tienes que sentirte decepcionada conmigo ya que no cumplo mis promesas. Esta vez la justificación es sobradamente razonable… estoy esperando un hijo. El médico dice que tengo riesgo y es mejor que guarde reposo. No sabes lo triste que estoy de no poder verte. Te echo tanto de menos Julia. Ni siquiera puedo bajar a la playa, las escaleras me producen vértigo, temo caerme y perder al bebé. Menos mal que desde la casa veo el mar y eso me reconforta.

¿Sabes?, le he pedido a Arturo que si es niña me deje ponerle tu nombre, no me ha contestado, solo ha sonreído. Sería perfecto teneros juntas… mi hija y mi amiga.

Hace calor, el verano ha entrado con fuerza y el sol es sofocante. Te escribo desde el jardín, desde aquí se oye el golpear de las olas contra las rocas.

Me siento muy sola, Arturo siempre está viajando u ocupado con sus negocios. Dice que ya no puede llevarme con él a ninguna de sus fiestas sociales ni de viaje y que mi figura se va haciendo fea. Naturalmente todo esto lo dice bromeando, continúa siendo el mismo de siempre, me ama.

Si tuviese una amiga cerca…, pero por aquí no conozco a nadie. La asistenta, una mujer de mediana edad que viene todos los días desde el pueblo cercano, es la única compañía con la que cuento. Es una mujer taciturna. Hace muy bien su trabajo pero esquiva mi conversación y nunca me mira a los ojos. Llega silenciosa por las mañanas en su bicicleta y al atardecer sin que apenas me de cuenta desaparece.

A veces es tan grande la soledad que al ver los barcos desde el acantilado siento deseos de saltar, alcanzarlos a nado y pedirles que me lleven a mi Valencia.

Todo cambia cuando oigo el sonido del auto de Arturo, doy un salto y me apresuro en salir a su encuentro. A veces viene enfadado, cansado de tanto pelear por sus negocios. Cuando esto ocurre es mejor no decir nada, permanecer en silencio hasta que se le pasa, entonces me abraza y vuelvo a ser feliz.

Me gustaría tanto que pudieras estar conmigo cuando llegue el momento del parto… Se lo voy a pedir a Arturo, esperaré un día de esos en los que los negocios le han sido favorables y viene contento. Verás que bien lo pasamos. Tengo tantas ganas de abrazarte y enseñarte todo esto, sé que te va a encantar.

Me despido aquí, hoy llega más temprano que de costumbre, su coche ya se divisa en la lejanía.

Muchos besos.

Gloria



Grosseto, 19 de abril de 1950

Querida Julia,

Ya soy madre. Si en algún momento pensé que nada podía superar el amor que siento por Arturo estaba equivocada, el que siento por mi hijo supera todos los límites.

Si lo vieses, tiene mis ojos verdes pero con los rasgos y la tez morena de Arturo. Se llama Octavio, así ha querido su papá que se llame en memoria del César de Roma. Me hubiese gustado que se llamase como mi padre, le recuerdo tanto y le hecho tanto de menos… Él siempre me dio seguridad, nunca olvidaré lo orgulloso que estaba el día que me gradué, -defenderás la justicia con equidad y serás una abogada ilustre, el mundo reconocerá tu humanidad y sentido de la justicia-, me dijo. Se sentiría defraudado si viese mi licenciatura perdida en un cajón. Ojala pueda ser mi hijo aquello que yo no he logrado ser.

Con frecuencia me pongo melancólica y los recuerdos se agolpan en mi mente. Son tantos los momentos de silencio que a veces ni el rumor del mar consigue romperlos.

Las ausencias de Arturo no me parecen tan largas desde que tengo a mi niño, incluso a veces deseo que se prolonguen más. Una sobrina de Matilde, la asistenta, me ayuda a ocuparme del pequeño. El parto de Octavio fue un poco complicado y mi salud ha quedado algo resentida, tengo que hacer grandes ratos de reposo o la fatiga acaba venciéndome. No quiero que esto sea motivo de preocupación para ti, estate tranquila pues estoy bien atendida.

Al mismo tiempo que te escribo estoy preparando una lista para que Inés me traiga la compra de algunas cosas personales cuando venga mañana. Ya ves, ni siquiera de algo tan simple soy capaz de ocuparme.

Matilde se ocupa de todo lo que concierne a la casa y prepara las comidas. Continúa mirándome de soslayo y son pocas las palabras que cruza conmigo, es como si pensase que estoy loca.

Un día encontré mis objetos personales revueltos. Tú sabes que mi sentido del orden a veces rozaba lo maniático, creo que ella intentó dejarlo todo como estaba, pero algún detalle se le escapó y comprendí que había invadido mi intimidad, mis cosas, los recuerdos que guardo como un tesoro de mi vida anterior. No lo comenté con Arturo, seguro que se habría reído diciendo que son imaginaciones mías y al fin y al cabo tampoco es tan importante.

Se ha despertado mi niño, voy a tomarlo en brazos para escribirte estas últimas líneas y puedas así sentirlo. Me sonríe, es como un ovillito de algodón de azúcar, tierno y dulce. Amamantarlo es uno de los placeres más hermosos que he sentido en mi vida. Me reclama, tiene hambre el pillín y sabe que su mamá tiene lo que él necesita para mitigarlo.

Espero poder escribirte pronto y continuar contándote los avances de Octavio, te explicaré cómo progresa en su aprendizaje.

Muchos besos querida amiga.

Gloria



Grosseto, 5 de abril de 1960

Querida Julia,

Pensarás que te he olvidado. Nunca, querida amiga, ¿cómo podría olvidarte si tú has sido la más fiel compañera que siempre he tenido, la que nunca ha cuestionado mis actos y siempre me ha dado ese soplo de vida que ha hecho levantar mi ánimo? Es quizás por ese motivo, un tanto egoísta por mi parte, que hoy he sentido la necesidad de descargar mis pensamientos en palabras, para compartir contigo no solamente las alegrías… también las tristezas.

No sientas extrañeza, estoy muy triste. Miro hacia atrás y ya no encuentro resquicios de aquella que fui. No valgo nada, soy un desastre como mujer, ni siquiera he sido capaz de cuidar de mi hijo. Hace un año Arturo decidió que lo mejor para su educación sería internarlo en un colegio. ¿Te imaginas?, aquello que más amaba se ha alejado de mi lado. Ya solo puedo tenerle junto a mi durante las vacaciones escolares. Estas navidades pasadas han sido las más amargas de mi vida. Una caída me provocó la rotura de una pierna y de algunas costillas, además de los moratones que me daban un aspecto terrorífico, esto me dejó postrada en un sillón sin apenas poder moverme. Es cierto que Octavio pasó largos ratos a mi lado intentando animarme, pero aún es un niño y las opciones de diversión que su padre le brindaba eran más atractivas.

No te inquietes, ya estoy completamente restablecida de aquellas heridas.

Arturo ya no viaja tanto, viene todas las noches a dormir a casa y continúa amándome, soy yo la que no sé corresponderle como se merece. A veces se irrita conmigo, luego lamenta haberme chillado y se disculpa colmándome de atenciones. Dice que no podría vivir sin mí, que seré su amada esposa durante toda la vida. En esos momentos me olvido de todo y me entrego a él con toda mi alma.

Casi me olvidaba de lo más importante y que ha sido uno de los motivos por lo que te escribo. Mañana cumple diez años, mi niño. Si lo vieses…, es todo un hombre, tan guapo y tan educado como su padre. Arturo dice que ha sacado mi sensiblería, que tiene que ser más duro para convertirse en un gran hombre de negocios como él. Yo no digo nada. Pero me gustaría tanto que eligiese la carrera de letras y que su abuelo estuviera vivo para poder verle defendiendo aquello que deseaba para mí. Imagina… BUFETE DE ABOGADOS DE DON OCTAVIO PADILLA, y dadas a soñar, en la gran planta un pequeño despacho en el que rezase en la puerta…DESPACHO DE LA PASANTE GLORIA MATEU.

Arturo le prometió a nuestro hijo que iríamos al colegio a recogerlo para pasar el día de su cumpleaños juntos los tres. El colegio está en Florencia. El régimen de internado restringe la visita de las familias. En este caso particular la influencia de Arturo consiguió la flexibilidad de los directores para que pudiera pasar el día en nuestra compañía.

Florencia es preciosa, me gustaría poder mostrártela. Arturo me llevó en dos ocasiones al principio de nuestra llegada. En sus calles nos perdíamos contemplando el arte que emana por cualquier esquina. El río Arno discurre por la ciudad. Bajo el Ponte Vecchio me besó Arturo la primera vez que visitamos Florencia. Me encanta la comida italiana, también a Octavio.

Ya me despido, tengo que revisar mi vestuario y ver que me pongo mañana, quiero estar radiante, que mi hijo se sienta muy orgulloso de su madre.

Besos.
Gloria.








Grosseto, 7 de abril de 1960

Querida Julia,

Es tan inmensa la felicidad que me embriaga que no debo guardarla para mí sola, he de compartirla contigo, con mi confidente del alma que tan bien me comprende.

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto y el tiempo pasaba tan rápido, acostumbrada a los largos días de soledad.

Octavio salió corriendo del colegio, saltó el último peldaño de la escalera para fundirse en un tierno abrazo conmigo. Una lágrima quiso escapar de mis ojos ante la emoción, pero no la dejé, ello no podía oscurecer el día. Abrazó después a su padre y me inquietó percibir que el saludo era un poco más frio. Imaginaciones mías. El colegio está en las afueras de Florencia, un precioso paraje que me recuerda mucho a nuestra tierra.

Octavio, se aturullaba hablando, no quería dejar ni una sola anécdota sin contar de sus compañeros y deseaba ponernos al día de cada cosa aprendida.

Al finalizar la comida se apagaron las luces del restaurante. Su sorpresa fue inmensa, junto a él el camarero dejó una sabrosa tarta de chocolate con diez velas.

Arturo le entregó su reloj y le dijo -mi padre me lo dio cuando cumplí 15 años, guárdalo con sumo cuidado y un día, que aunque lejano llegará, se lo entregarás a tu hijo-. Arturo le tendió la mano, frenando el impulso de Octavio que se levantó con ademán de besarlo. Octavio le dio las gracias y prometió conservarlo como él había hecho todos estos años.

El día terminó. A la llegada al colegio ya no pude contener más la emoción y las lágrimas se amontonaron en mis ojos. Arturo charlaba con el director y aproveché ese instante para entregarle mi regalo, -guárdalo y lo abres cuando estés en tu habitación- me sonrió con complicidad y lo escondió en su chaqueta.


Feliz cumpleaños, mi amor.
Pensaba con qué podría obsequiarte,
nada material sería suficiente.
Algo cercano, tuyo y mío nada más.
Miré las calmadas aguas del Mediterráneo,
advertí que tus ojos son un pedazo de él,
y justo en ese momento…como si la magia
hubiese querido ponerla a mis pies
apareció una hermosa caracola.
Éste es mi regalo querido hijo.
Siempre que te sientas solo o triste,
escucha el sonido del mar con atención,
allí, en el fondo de ese murmullo de olas,
estará siempre… tu madre.


Mi querida amiga, hoy he comprendido que todo sacrificio merece la pena si ves reflejada la felicidad y el amor en los ojos de un hijo.

Besos.

Gloria



Grosseto, 29 de noviembre de 1965

Querida Julia,

Otra vez vuelvo a estar triste, esta soledad me está matando. A pesar de que Arturo ordenó colocar un teléfono y la comunicación con mi hijo es frecuente, cada vez estoy más abatida. Arturo regresa tarde y casi siempre malhumorado, nunca le contradigo y hago todo lo que está en mi mano para que no se altere, pero es inútil, cualquier pequeño detalle es suficiente para que se enoje conmigo, a veces es excesivamente violento. Una noche, mientras le servía la cena, volqué un vaso de vino sobre sus pantalones, se levantó furioso y me propinó una tremenda bofetada. Otras veces es una camisa mal planchada o cualquier cosa que no está en el lugar que le corresponde. Sé que son impulsos de su carácter, que más tarde lo lamenta y me pide disculpas, y que son sinceras. Le perdono y no le guardo rencor, pero tiemblo cuando oigo llegar su coche. Cada día me pregunto, ¿cómo será hoy?

Esta mañana he dado un paseo por la playa, a pesar del frió era agradable sentir la humedad de la arena bajo mis pies. Sin darme cuenta me alejé más de lo habitual. Arturo me marcó un límite cuando llegamos aquí, me dijo que era peligroso alejarse pues aún quedaban resquicios de la guerra, cualquier bomba sin estallar podría estar enterrada en la arena y dañarme. La zona donde nosotros vivimos había sido rastreada minuciosamente, pero no más que hasta los límites de nuestra propiedad. Cuando me percaté de la lejanía y me disponía a dar la vuelta apresuradamente un hombre me saludó, -Buon giorno signora-. Notó mi temor y se apresuró a tranquilizarme señalándome una casita a orilla de la playa -es mi casa-, me dijo, -vivo en ella con mi esposa y dos diablillos que son mis hijos, no tenga miedo-. Notó que temblaba y me pidió que le acompañase a tomar un café, que su esposa estaría encantada de recibirme. Aún no sé que me movió a seguirlo.

Su esposa es una mujer encantadora. Me hablaban italiano, pero he aprendido a comprenderlo perfectamente. Incluso hablo lo más elemental, las escasas conversaciones con Matilde me han servido de algo. Los pequeños estaban en la escuela, me han dicho que tengo que conocerlos, que son la ilusión de sus vidas.

Les he contado dónde vivo, cómo me llamo, quién es mi esposo. También que tengo un hijo que estudia en Palermo. Se han sonreído, al parecer ellos si sabían de mi existencia pues en el pueblo se comentaban cosas sobre los señores que viven en la torre. He guardado silencio mientras me reconfortaba con el café y las pastas que me han ofrecido. Cuando me disponía a marchar les he preguntado, -¿no temen vivir en una zona sembrada de restos de la guerra, no les da miedo que alguna bomba dañe a sus hijos?-. Se han mirado con asombro y yo me he sentido inmensamente pequeña al comprender que Arturo me había tenido engañada durante años.

Al regresar, en lo alto del acantilado, he divisado la silueta de Matilde. Espero que no le cuente a Arturo que venía del límite que tenía recomendado no pasar.

Está anocheciendo y pronto estará en casa. Le gusta que le reciba perfectamente arreglada.

Muchos besos.
Gloria



Grosseto, 14 de mayo de 1966

Querida Julia,

Hace escasos minutos he hablado con mi hijo. Está muy ilusionado con las vacaciones, además ya no volverá al colegio, me ha dicho que su padre ha aceptado que sea España donde continúe sus estudios para dentro de unos años poder formar parte de las empresas familiares. Finalmente no veré mi sueño cumplido, seguirá los pasos de su padre. Concesión por concesión. Su padre acepta que sea España el lugar de estudio, aunque él prefería Inglaterra.

Desde la última carta he visitado con frecuencia a la familia Gonaldi, me siento a gusto compartiendo con Ariana. Es una mujer sencilla y trabajadora, además de chillona y alegre como buena italiana. Está enseñándome a tejer, es sumamente discreta y jamás me pregunta nada que yo no quiera decirle. Le hablo poco de Arturo y mucho de Octavio. Me gusta mirar a sus hijos correteando por la playa, siento envidia, que poco he disfrutado de mi hijo.

Si vieses Julia, son una familia feliz. Giussepe sale todos los días a la mar, viven de la pesca y de lo que ella aporta arreglando las redes de otros pescadores, a menudo no es nada, se ayudan entre ellos. Me gusta sentarme en la arena y observarles, discuten por esto o aquello sin que la voz de él sea la única ni la más alta y siempre terminan sus peleas en juego, revolcones en la arena, risas, y algún palmoteo en el trasero de Ariana que seguramente iría a más si no fuese por mi presencia. Los gemelos… ¿te había contado que son gemelos?, tienen 6 años, son como dos gotas de agua y nunca se separan. Cuando me ven llegar corren alegremente hacia mí, me han tomado mucho cariño, les gusta que les cuente historias de cuando yo era niña y vivía en un país lejano que está en la otra orilla de las inmensas aguas. Les conté como tú y yo pensábamos que el mar terminaba en el horizonte. Ríen ante mi ignorancia, ellos son listos, saben que el mar continúa mucho más allá. Ven como el barco de su papá desaparece en la línea para regresar más tarde, -después de la línea está la alta mar y hay bancos de peces-, me aclaran con ese encantador idioma latino.

¿Sabes Julia?, tengo muchas dudas, dudas que nunca me había planteado desde que llegué a este lugar. No sé quién es mi marido, apenas lo conozco, pienso en aquellos días en que me sentí princesa en un castillo de hadas y la imagen se me trasforma en otra princesa que está presa en una torre, eso si, disponiendo de grandes lujos, lujos que quizás me cegaron hasta el punto de hacerme perder la libertad.

La vigilancia de Matilde se ha estrechado, controla mis salidas y llegadas, me preocupa que Arturo se entere de estas salidas.

Muchos besos mi paciente amiga, te escribiré pronto.

Gloria




Grosseto, 22 de septiembre de 1966

Querida Julia,

Octavio está en España desde hace 10 días, estudiará Economía y Dirección de Empresas en un colegio de jesuitas de Barcelona. No sabes lo que me hubiese gustado partir con él. En su equipaje lleva mi corazón, ahora si que estoy completamente aislada en mi torre de oro. Mi querido hijo le hizo prometer a su padre que lo visitaríamos, él asintió, pero yo sé que no, que ya jamás pisaré nuestro país, que no veré nunca más Valencia. Son ya demasiadas mentiras y verdades a medias, he aprendido en todos estos años a callar y asentir a todo sin replicar, he tardado en darme cuenta de que me quiere como a una más de sus posesiones.







Grosseto, 14 de diciembre de 1966

Querida Julia,

Arturo ya sabe de mis visitas a los Gonaldi y me lo ha prohibido terminante, amenazando con derruir la escalinata que conduce a la playa si no le obedezco. Ahora sé que no ha sido Martina quien se lo ha dicho, él llegó un día más pronto de lo habitual y al no encontrarme en la casa la obligó a confesar mis huidas. Desde ese día ha estado vigilándome.
Hace unos días la gota colmó el vaso. Me recriminó el poco respeto que le tenía y al intentar contestarle que a nadie más que a él respeto en este mundo puso su mano sobre mi boca para impedir justificarme.

Estoy muy confundida, tengo miedo cuando se pone violento.



Grosseto, 2 de marzo de 1967

Querida Julia,

Octavio está encantado en España, me llama cuando tiene algún momento, dice que le gustaría quedarse siempre en Barcelona, que esa mitad de español que tiene le tienta. Está feliz y eso hace que me sienta mejor. Es un buen chico, alegre como lo era yo hace tiempo, mucho tiempo.

Hace semanas que no visito a la familia Gonaldi. Hoy he bajado a la playa, el sol calentaba presagiando la llegada de la primavera. Sentada en la hamaca leía a Giusseppe Ungaretti. Últimamente mi relación con Matilde ha mejorado, a menudo le pido que me traiga algún libro de la biblioteca del pueblo.

Solo tengo en el alma roturas escondidas,
ecuadores boscosos, sobre pantanos.
Invernales grumos de bruma donde
delira en sueños el deseo
de nunca haber nacido.

… estaba tan absorta que no sentí sus pasos -Buon giorno signora Gloria-. Di un brinco en mi asiento, no esperaba su visita, no deseaba que me viese y me asustaba que Arturo regresara por cualquier casualidad y la encontrara charlando conmigo, en nuestra playa.

Estaba preocupada por mí, pues hacía tiempo que ya no me acercaba a su casa. Me dijo que en el pueblo corrían rumores. Traté de tranquilizarla. Le expliqué que había estado ocupada con el viaje de mi hijo y algunos asuntos de Arturo. Esquivé su mirada y en el intento de que la mirase a los ojos me produjo dolor en los brazos, -¡merda, avete fatto questo male nato!-. Traté de convencerla de que solo había sido una tonta caída. Fue inútil, quitó las gafas de sol de mi rostro y descubrió más huellas.

Me sentí aliviada querida Julia, ya no tenía necesidad de seguir fingiendo. Mi vida era un desastre y necesitaba un abrazo amigo que me diese cobijo. Lloré, abrazada sobre su pecho derramé las últimas lágrimas que mis ojos almacenaban.

He ido con ella a su casa, he desahogado toda la amargura que me acongojaba, he sentido calor humano y me ha fortalecido.



Grosseto, 10 de marzo de 1967

Querida Julia,

En estos días los acontecimientos se han apresurado. Es como si el tiempo volase con la misma rapidez como las aves migratorias surcan el cielo buscando la calidez del Mediterráneo.

Mi cuerpo ya no puede aguantar más golpes, otro más y quizás sea el definitivo que acabe con mi vida. No quiero morir, necesito respirar en libertad. Es posible que tenga que renunciar a mi hijo, acercarme a él supondría ser descubierta por Arturo. Las joyas con las que ha ido comprando mi sumisión durante estos años servirán para forjarme una nueva vida. Giusseppe trata de convencerme para que denuncie a la policía los constantes maltratos, las huellas son patentes en muchas partes de mi cuerpo. No puedo, tengo miedo, solo quiero salir huyendo y que nunca pueda encontrarme. Quizás cuando consiga llegar a nuestro país me sienta más fuerte, pero no quiero denunciarlo, es el padre de mi hijo y en el fondo de mi corazón aún siento un extraño amor por él.

Querida amiga, tú has sido el refugio de mis alegrías y tristezas durante estos años. Esta es mi última carta. Deséame suerte…. yo te dejo mi más sincero abrazo por haber sido el único desahogo que he encontrado en todo este tiempo.

Gloria




Epílogo:


El día 12 de marzo de 1967 Arturo Padilla denunciaba en la comisaría la desaparición de su esposa.

Todos los esfuerzos de los detectives contratados por Arturo para encontrar a Gloria fueron inútiles.

Arturo continuó buscando a Gloria hasta el final de sus días. Nunca entendió por qué le abandonó.

Una mañana de Mayo, Julia Rives recibía un paquete que contenía estas cartas acompañadas de una nota:



Octavio Padilla
Juez Titular Juzgado nº 4 de Violencia Sobre la Mujer.
Valencia

Querida, Julia.

Permíteme que me dirija a ti con el mismo cariño que mi madre lo hacía.

El hallazgo de las cartas a Julia entre las pertenencias de mi madre, contestó a todos los interrogantes que me había hecho al regresar a Grosseto por requerimiento de mi padre.

Al poco tiempo volví a España y cambié el rumbo de mi vida.

Hoy, años más tarde, al sentir la tristeza de su ausencia y añorar sus abrazos las deposito en tus manos para que de alguna forma las hagas públicas.

Aquella caracola que me regaló en mi décimo cumpleaños reposa sobre la mesa de mi despacho. Ella y el susurro del mar permanecen a mi lado.


Un abrazo.
Octavio.




En nuestro país, desgraciadamente, en la actualidad, muchas Glorias han sido halladas a lo largo de los años inertes, perdidas y sin destino, como estas cartas, resultado de la tiranía y el machismo de algunos hombres.
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2008/11/25 | By: Maitena

GANADORA TOTAL

Hace unos años…casi veinte, la fortuna quiso que el gordo de la lotería de navidad tocase a mis puertas.

Pensé entonces que aquella alegría no se podía superar, que sueños que nunca habían estado al alcance de mis manos se me hacían realidad, dije en voz alta por que así lo sentía que todo ser humano humilde tendría que tener el privilegio de disfrutar al menos una vez en la vida de una racha de suerte.

Hoy no, no me ha tocado la lotería….ni siquiera pienso en repetir aquella suerte, hoy el destino, la fortuna o como quiera llamarse ha vuelto a llenar mi vida… hoy me siento mas colmada de dicha que en aquella ocasión

El día que empecé a teclear para competir en un concurso de relatos solo pensaba en apoyar aquello que Isabel había propuesto y que yo quería ver lleno, se de mi falta de técnica literaria…pero para mi…hoy, es como si hubiese conseguido el Premio Planeta

Antes de que el jurado del ayuntamiento fallase ya me sentía ganadora, las personas de mi entorno (lamento la ausencia de alguna) ya me dieron el premio, el más grande, para ell@s mi mas sincero agradecimiento, sin ell@s no hubiese conseguido el segundo lugar, es mas de lo que yo soñaba.

(Tengo que preguntar al técnico de cultura si puedo publicarlo)

http://www.aytopaiporta.es/?go=jN7uAYLx/oIJaWVSCahXGsn808BDaboTGJCgcLLulFjzENg91+IvMJMwN6Vm6DwtECns

Mi relato lleva el titulo... "Cartas con sabor a sal"


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DÍA INTERNACIONAL






¡Oh amor poderoso¡ Que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia.
William Shakespeare















Apátrida del patriarcado
Por Andrés Montero Gómez


El feminismo consiguió que los seres humanos dejaran de ser productos de un pretendido y prehistórico derecho natural para convertirse en actores políticos y civiles en pie de igualdad. Nos queda la última frontera, la última dictadura. Lo conseguiremos de la misma manera que lo lograron quienes nos precedieron. Quiero ser un apátrida del patriarcado para solicitar asilo en la ciudadanía. Cuando todos los hombres sean disidentes de sus hombrías, habrá acabado la violencia de género.


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2008/11/22 | By: Maitena

¡QUE REVIENTE!

¡Esto tiene que reventar!

No se cuantos años le llevo de ventaja, se que esta en mi memoria desde hace mucho, mucho tiempo, ya era madura y el solo un niño, tenia el pelo largo y rizado y las ideas claras, a veces solo cruzábamos un ¡hola! Pero siempre nos encontrábamos en los mismos espacios de lucha..

Su pelo largo, su voz tranquila, su semblante amable, su bicicleta, su vida humilde, su sinceridad…..

Mierda de mundo que consigue que personas como “el” pierdan la esperanza.

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2008/11/18 | By: Maitena

Rosalia de castro.





Ayer recitamos poemas de Rosalía, escribe en un lenguaje del pueblo con palabras sencillas…

Castellanos de Castilla (lo que recite)


¡Trocar tan craras fontiñas,
ríos tan murmuradeiros
por seco polvo que nunca
mollan as bágoas do ceo!

Mais, ¡ai!, de onde a min te foches
sin dor do meu sentimento,
i aló a vida che quitaron,
aló a mortiña che deron.

Morreches, meu queridiño,
e para min n'hai consuelo,
que onde antes te vía, agora
xa solo unha tomba vexo.

Triste como a mesma noite,
farto de dolor o peito,
pídolle a Dios que me mate,
porque xa vivir non quero.

Mais en tanto no me mata,
castellanos que aborrezo,
hei, para vergonza vosa,
heivos de cantar xemendo:

¡Castellanos de Castilla,
tratade ben ós gallegos;
cando van, van como rosas;
cando vén, vén como negros!

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2008/11/15 | By: Maitena

CRUCE DE CAMINOS




El reloj suena, abre los ojos a la vez que alarga la mano para detener el estrepitoso ruido, reposa unos momentos para poner orden en su mente, lunes, otro lunes mas, aun es de noche y en el silencio de la madrugada escucha la respiración de su marido que duerme agradadamente en la cama de al lado. Sin hacer ruido y con la luz apagada para no despertarlo sale de la habitación y se dirige al baño donde ya dejo perfectamente seleccionada la ropa que vestirá hoy, después de la ducha embadurna su cuerpo de crema y piensa en la importancia que le da al cuidado de su piel, el espejo le devuelve la imagen de una mujer madura que conserva parte de aquella hermosura que la caracterizo hace algunos años, en sus ojos aun destella la chispa entre picara e ingenua y sus manos todavía poseen tacto para acariciar el silencio y los recuerdos.

Después de dar una ultima mirada para ver que todo esta en perfecto orden y que sus hijos aun duermen placidamente, abre la puerta y dirigiéndose al ascensor baja las diez alturas que la separan de la calle, mientras tanto piensa en la monotonía que mueve su existencia, ¿se atreverá algún día a poner fin al tedio que embarga su vida?

Al poner la llave sobre el contacto de su coche cavila en la posibilidad de tomar otro rumbo, salir de estampida sin girar la vista para no ver lo que queda tras ella,

¿Quién no ha deseado que su vida comience en este instante? ¿Que las páginas del pasado permanezcan en blanco y en el cruce de caminos dar un giro para tomar el pasaje que conduce al lugar soñado?


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2008/11/12 | By: Maitena

Mujeres ejemplares (2)




Gertrudis Gómez de Avellaneda
( 1814 -1873 )

Poetisa desde la cuna, Gertrudis Gómez de Avellaneda estremeció a la Real Academia de la Lengua. Tula, como muchos llamaban a esta bella camagüeyana, llegó a ser una de las más destacadas plumas del romanticismo español, y aun permanece entre las escritoras más distinguidas de nuestra lengua.

Dominó la poesía con pasión. Sus dramas llenaron los teatros de la Península. Sus obras se discutieron el primer y segundo premio, a la vez, en los Juegos Florales más selectos de Madrid. La Real Academia de la Lengua, aterrorizada por la habilidad que poseía la adorable criolla, se negó aceptarla bajo el pretexto de la saya.


Emocionalmente destruida por la injusticia, continuó creando obras inmortales hasta el fin de sus días.Además de ser reconocida como una de las más refinadas, y a la vez de lenguaje más sencillo, poetisas de nuestro idioma, la Avellaneda trató con dos temas primordiales de la literatura universal. Su novela Sab es una de las mejores obras en la abolición de la esclavitud. Pocos años antes de morir, en 1867, publicó un libro de oraciones, o pensamientos religiosos, llamado Devocionario que la sitúa entre las místicas de pensamientos más elevados.
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Explosión





2008/11/09 | By: Maitena

El calor de la amistad



(pensé que era una amistad que estaba dormida, ayer vi que estaba muerta)



Volverán las oscuras golondrinas


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querrán!

Gustavo Adolfo Bécquer


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2008/11/07 | By: Maitena

Mujeres ejemplares



Ayer comencé una nueva clase,"mujeres y literatura” la profesora, Pilar Pérez Pacheco nos situó en siglo XVII

En una época en la que casi nadie sabia leer ni escribir y mucho menos las mujeres, cuyo único cometido en aquella sociedad era la de ser fieles honestas y esposas abnegadas. En 1590 nace Maria de Zayas y Sotomayor, hija de un capitán de infantería al servicio del conde Lemos tuvo el privilegio de contar un preceptor que la enseño a leer y escribir.


Como narradora le caracteriza una gran fuerza. Es de una frescura y novedad sin precedentes ni tampoco epígonos. Tiene de su época el gusto por la violencia, la crueldad, la magia y los encantamientos. La moral en ella no es moraleja sino escarmiento. Ni ahorra episodios picarescos cuya crudeza no desmerece del Buscón quevedesco, ni queda atrás en el cultivo de la novela bizantina a lo Cervantes en otros como La fuerza del amor o El prevenido engañado. Pero quizás lo que más sorprende en ella es la desenvoltura con que se comportan los personajes femeninos en el aspecto sexual y amatorio. Desde la que persigue a un hombre que ve por el balcón hasta la que guarda un amante negro en el establo hasta devorarlo sexualmente, «antes de infinitos adulterios». No en vano en el XVIII, la Inquisición prohibió reeditar sus novelas. Invariablemente, hay mujeres que acaban mal por la liberalidad con que se entregan; pero no son todas. Es también notable lo poco que miran al decoro personal o familiar cuando siguen a sus impulsos, que es casi siempre. Al hilo de diálogos sobre los distintos narradores en torno a la discreta Lisis, María de Zayas critica con la misma libertad que muestran sus personajes las idea de la época acerca de la honra y la virtud, que, en su opinión, tanto perjudicaban a las mujeres. Así, en una frase que recuerda las de Sor Juana Inés de la Cruz, dice Lisis a un galán que proclamaba su deseo de encontrar mujer tonta y honrada:


«Y ¿cómo sabrá ser honrada la que no sabe en qué consiste el serlo?». Doña Emilia Pardo Bazán citaba algunos pasajes suyos sobre su feminismo:


En la era que corre estamos con tan adversa opinión con los hombres, que ni con el sufrimiento los vencemos ni con la conciencia los obligamos. (...) ¿Por qué, vanos legisladores del mundo, atáis nuestras manos para la venganza, imposibilitando nuestras fuerzas con vuestras falsas opiniones, pues nos negáis letras y armas? ¿Nuestra alma no es la misma que la de los hombres? (...) Por tenernos sujetas desde que nacimos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas, y por libros almohadillas.


Para María de Zayas, "las almas no son hombres ni mujeres". Era muy aficionada a la lectura, como dice en el prólogo "Al que leyere" de Novelas amorosas y ejemplares:
¿Qué razón hay para que no tengamos promptitud para los libros? Y más si todas tienen mi inclinación, que en viendo cualquiera nuevo o antiguo dexo la almohadilla y no sosiego hasta que le paso.

Podéis leer más en .wikipedia.
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2008/11/05 | By: Maitena
2008/11/01 | By: Maitena

MARGARITAS PARA ANA (2)


Hace dos años, al poco de empezar mi andadura por estos mundos cibernéticos de la blogosfera escribí un post, unas simples palabras dedicadas a un recuerdo que durante años permaneció en mi corazón y pocas veces compartí con nadie.

Hoy he vuelto a ir como cada año a depositar unas sencillas, Margaritas para Ana, Durante 37 años su diminuto cuerpo ha reposado en un corral destinado a la basura y a los que permanecen en el Limbo



El camposanto estaba radiante, el ayuntamiento lo ha ajardinado, anoche la televisión mostraba las imágenes con orgullo, ¿se les olvidaron algunas?….



Ana esta en tierra inhóspita y es mi deseo que permanezca en ella, que nadie ose quebrantarla mientras yo viva, que no se atrevan a poner candados al silencio, que dejen la puerta abierta para airear la inmundicia que rodea el lugar donde reposa su sueño




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2008/10/26 | By: Maitena

FLOR DE OTOÑO


Solían decirle las vecinas.

- señora Felicidad, sus guisos huelen distinto, ¿donde esta el secreto?-

- El azafrán, es el azafrán lo que le da distinto olor y mejor sabor-

Entonces contaba el frió que se pasa para recoger las rosas y lo laborioso de separar los pistilos.

No he recolectado ni he separado pistilos de la flor del azafrán….Si he heredado la costumbre de poner en mis guisos unas hebras de este “oro rojo”
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2008/10/25 | By: Maitena

DOS PALABRAS

Aun es de noche, cada día me levanto mas temprano…

Después de leer la prensa y visitar los blogs habituales he dado un paseo por mis favoritos con intención de deshacerme de lo que ya no me interesa.

Hace tiempo encontré este cuento y lo guarde, hoy ha vuelto a saltar a mis manos, por si no lo conocéis, lo comparto, la foto la termino de hacer con un tomo de “Las mil y una noche”









Dos palabras




Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma lo buscó hasta encontrarlo y se vistió con é1. Su oficio era vender palabras. Recorría el país, desde las regiones más altas y frías hasta las costas calientes, instalándose en las ferias y en los mercados, donde montaba cuatro palos con un toldo de lienzo, bajo el cual se protegía del sol y de la lluvia para atender a su clientela. No necesitaba pregonar su mercadería, porque de tanto caminar por aquí y por allí, todos la conocían. Había quienes la aguardaban de un año para otro, y cuando aparecía por la aldea con su atado bajo el brazo hacían cola frente a su tenderete. Vendía a precios justos. Por cinco centavos entregaba versos de memoria, por siete mejoraba la calidad de los sueños, por nueve escribía cartas de enamorados, por doce inventaba insultos para enemigos irreconciliables. También vendía cuentos, pero no eran cuentos de fantasía, sino largas historias verdaderas que recitaba de corrido sin saltarse nada. Así llevaba las nuevas de un pueblo a otro. La gente le pagaba por agregar una o dos líneas: nació un niño, murió fulano, se casaron nuestros hijos, se quemaron las cosechas. En cada lugar se juntaba una pequeña multitud a su alrededor para oírla cuando comenzaba a hablar y así se enteraban de las vidas de otros, de los parientes lejanos, de los pormenores de la Guerra Civil. A quien le comprara cincuenta centavos, ella le regalaba una palabra secreta para espantar la melancolía. No era la misma para todos, por supuesto, porque eso habría sido un engaño colectivo. Cada uno recibía la suya con la certeza de que nadie más la empleaba para ese fin en el universo y más allá.


Belisa Crepusculario había nacido en una familia tan mísera, que ni siquiera poseía nombres para llamar a sus hijos. Vino al mundo y creció en la región más inhóspita, donde algunos años las lluvias se convierten en avalanchas de agua que se llevan todo, y en otros no cae ni una gota del cielo, el sol se agranda hasta ocupar el Horizonte entero y el mundo se convierte en un desierto. Hasta que cumplió doce años no tuvo otra ocupación ni virtud que sobrevivir al hambre y la fatiga de siglos. Durante una interminable sequía le tocó enterrar a cuatro hermanos menores y cuando comprendió que llegaba su turno, decidió echar a andar por las l1anuras en dirección al mar, a ver si en el viaje lograba burlar a la muerte. La tierra estaba erosionada, partida en profundas grietas, sembrada de piedras, fósiles de árboles y de arbustos espinudos, esqueletos le animales blanqueados por el calor. De vez en cuando tropezaba con familias que, como ella, iban hacia el sur siguiendo el espejismo del agua. Algunos habían iniciado la marcha llevando sus pertenencias al hombro o en carretillas, pero apenas podían mover sus propios huesos y a poco andar debían abandonar sus cosas. Se arrastraban penosamente, con la piel convertida en cuero de lagarto y sus ojos quemados por la reverberación de la luz. Belisa los saludaba con un gesto al pasar, pero no se detenía, porque no podía gastar sus fuerzas en ejercicios de compasión. Muchos cayeron por el camino, pero ella era tan tozuda que consiguió atravesar el infierno y arribó por fin a los primeros manantiales, finos hilos de agua, casi invisibles, que alimentaban una vegetación raquítica, y que más adelante se convertían en riachuelos y esteros.


Belisa Crepusculario salvó la vida y además descubrió por casualidad la escritura. Al llegar a una aldea en las proximidades de la costa, el viento colocó a sus pies una hoja de periódico. Ella tomó aquel papel amarillo y quebradizo y estuvo largo rato observándolo sin adivinar su uso, hasta que la curiosidad pudo rnás que su timidez. Se acercó a un hombre que lavaba un caballo en el mismo charco turbio donde ella saciara su sed.

--¿Qué es esto?--preguntó.

--La página deportiva del periódico--replicó el hombre sin dar muestras de asombro ante su ignorancia.

La respuesta dejó atónita a la muchacha, pero no quiso parecer descarada y se limitó a inquirir el significado de las patitas de mosca dibujadas sobre el papel.

--Son palabras, niña. Allí dice que Fulgencio Barba noqueó al Nero Tiznao en el tercer round.


Ese día Belisa Crepusculario se enteró que las palabras andan sueltas sin dueño y cualquiera con un poco de maña puede apoderárselas para comerciar con ellas. Consideró su situación y concluyó que aparte de prostituirse o emplearse como sirvienta en las cocinas de los ricos, eran pocas las ocupaciones que podía desempeñar. Vender palabras le pareció una alternativa decente. A partir de ese momento ejerció esa profesión y nunca le interesó otra. Al principio ofrecía su mercancía sin sospechar que las palabras podían también escribirse fuera de los periódicos. Cuando lo supo calculó las infinitas proyecciones de su negocio, con sus ahorros le pagó veinte pesos a un cura para que le enseñara a leer y escribir y con los tres que le sobraron se compró un diccionario. Lo revisó desde la A hasta la Z y luego lo lanzó al mar, porque no era su intención estafar a los clientes con palabras envasadas.


Varios años después, en una mañana de agosto, se encontraba Belisa Crepusculario en el centro de una plaza, sentada bajo su toldo vendiendo argumentos de justicia a un viejo que solicitaba su pensión desde hacía diecisiete años. Era día de mercado y había mucho bullicio a su alrededor. Se escucharon de pronto galopes y gritos, ella levantó los ojos de la escritura y vio primero una nube de polvo y enseguida un grupo de jinetes que irrumpió en el lugar. Se trataba de los hombres del Coronel, que venían al mando del Mulato, un gigante conocido en toda la zona por la rapidez de su cuchillo y la lealtad hacia su jefe. Ambos, el Coronel y el Mulato, habían pasado sus vidas ocupados en la Guerra Civil y sus nombres estaban irremisiblemente unidos al estropicio y la calamidad. Los guerreros entraron al pueblo como un rebaño en estampida, envueltos en ruido, bañados de sudor y dejando a su paso un espanto de huracán. Salieron volando las gallinas, dispararon a perderse los perros, corrieron las mujeres con sus hijos y no quedó en el sitio del mercado otra alma viviente que Belisa Crepusculario, quien no había visto jamás al Mulato y por lo mismo le extrañó que se dirigiera a ella.


--A ti te busco--le gritó señalándola con su látigo enrollado y antes que terminara de decirlo, dos hombres cayeron encima de la mujer atropellando el toldo y rompiendo el tintero, la ataron de pies y manos y la colocaron atravesada como un bulto de marinero sobre la grupa de la bestia del Mulato. Emprendieron galope en dirección a las colinas.


Horas más tarde, cuando Belisa Crepusculario estaba a punto de morir con el corazón convertido en arena por las sacudidas del caballo, sintió que se detenían y cuatro manos poderosas la depositaban en tierra. Intentó ponerse de pie y levantar la cabeza con dignidad, pero le fallaron las fuerzas y se desplomó con un suspiro, hundiéndose en un sueño ofuscado. Despertó varias horas después con el murmullo de la noche en el campo, pero no tuvo tiempo de descifrar esos sonidos, porque al abrir los ojos se encontró ante la mirada impaciente del Mulato, arrodillado a su lado.


--Por fin despiertas, mujer--dijo alcanzándole su cantimplora para que bebiera un sorbo de aguardiente con pólvora y acabara de recuperar la vida.
Ella quiso saber la causa de tanto maltrato y él le explicó que el Coronel necesitaba sus servicios. Le permitió mojarse la cara y enseguida la llevó a un extremo del campamento, donde el hombre más temido del país reposaba en una hamaca colgada entre dos árboles. Ella no pudo verle el rostro, porque tenía encima la sombra incierta del follaje y la sombra imborrable de muchos años viviendo como un bandido, pero imaginó que debía ser de expresión perdularia si su gigantesco ayudante se dirigía a él con tanta humildad. Le sorprendió su voz, suave y bien modulada como la de un profesor.


--¿Eres la que vende palabras?--preguntó.

--Para servirte--balbuceó ella oteando en la penumbra para verlo mejor.


El Coronel se puso de pie y la luz de la antorcha que llevaba el Mulato le dio de frente. La mujer vio su piel oscura y sus fieros ojos de puma y supo al punto que estaba frente al hombre más solo de este mundo.


--Quiero ser Presidente—dijo él.


Estaba cansado de recorrer esa tierra maldita en guerras inútiles y derrotas que ningún subterfugio podía transformar en victorias. Llevaba muchos años, durmiendo a la intemperie, picado de mosquitos, alimentándose de iguanas y sopa de culebra, pero esos inconvenientes menores no constituían razón suficiente para cambiar su destino.

Lo que en verdad le fastidiaba era el terror en los ojos ajenos. Deseaba entrar a los pueblos bajo arcos de triunfo, entre banderas de colores y flores, que lo aplaudieran y le dieran de regalo huevos frescos y pan recién horneado. Estaba harto de comprobar cómo a su paso huían los hombres, abortaban de susto las mujeres y temblaban las criaturas, por eso había decidido ser Presidente. El Mulato le sugirió que fueran a la capital y entraran galopando al Palacio para apoderarse del gobierno, tal como tomaron tantas otras cosas sin pedir permiso, pero al Coronel no le interesaba convertirse en otro tirano, de ésos ya habían tenido bastantes por allí y, además, de ese modo no obtendría el afecto de las gentes. Su idea consistía en ser elegido por votación popular en los comicios de diciembre.


--Para eso necesito hablar como un candidato. ¿Puedes venderme las palabras para un discurso?--preguntó el Coronel a Belisa Crepusculario.


Ella había aceptado muchos encargos, pero ninguno como ése, sin embargo no pudo negarse, temiendo que el Mulato le metiera un tiro entre los ojos o, peor aún, que el Coronel se echara a llorar. Por otra parte, sintió el impulso de ayudarlo, porque percibió un palpitante calor en su piel, un deseo poderoso de tocar a ese hombre, de recorrerlo con sus manos, de estrecharlo entre sus brazos.


Toda la noche y buena parte del día siguiente estuvo Belisa Crepusculario buscando en su repertorio las palabras apropiadas para un discurso presidencial, vigilada de cerca por el Mulato, quien no apartaba los ojos de sus firmes piernas de caminante y sus senos virginales. Descartó las palabras ásperas y secas, las demasiado floridas, las que estaban desteñidas por el abuso, las que ofrecían promesas improbables, las carentes de verdad y las confusas, para quedarse sólo con aquellas capaces de tocar con certeza el pensamiento de los hombres y la intuición de las mujeres. Haciendo uso de los conocimientos comprados al cura por veinte pesos, escribió el discurso en una hoja de papel y luego hizo señas al Mulato para que desatara la cuerda con la cual la había amarrado por los tobillos a un árbol. La condujeron nuevamente donde el Coronel y al verlo ella volvió a sentir la misma palpitante ansiedad del primer encuentro. Le pasó el papel y aguardó, mientras él lo miraba sujetándolo con la punta de los dedos.


--¿Qué carajo dice aquí?--preguntó por último.

--¿No sabes leer?

--Lo que yo sé hacer es la guerra--replicó é1.


Ella leyó en alta voz el discurso. Lo leyó tres veces, para que su cliente pudiera grabárselo en la memoria. Cuando terminó vio la emoción en los rostros de los hombres de la tropa que se juntaron para escucharla y notó que los ojos amarillos del Coronel brillaban de entusiasmo, seguro de que con esas palabras el sillón presidencial sería suyo.


--Si después de oírlo tres veces los muchachos siguen con la boca abierta, es que esta vaina sirve, Coronel--aprobó el Mulato.

--¿Cuánto te debo por tu trabajo, mujer?--preguntó el jefe.

--Un peso, Coronel.

--No es caro--dijo é1 abriendo la bolsa que llevaba colgada del cinturón con los restos del último botín.

--Además tienes derecho a una ñapa. Te corresponden dos palabras secretas--dijo Belisa Crepusculario.

--¿Cómo es eso?

Ella procedió a explicarle que por cada cincuenta centavos que pagaba un cliente, le obsequiaba una palabra de uso exclusive. El jefe se encogió de hombros, pues no tenía ni el menor interés en la oferta, pero no quiso ser descortés con quien lo había servido tan bien. Ella se aproximó sin prisa al taburete de suela donde é1 estaba sentado y se inclinó para entregarle su regalo. Entonces el hombre sintió el olor de animal montuno que se desprendía de esa mujer, el calor de incendio que irradiaban sus caderas, el roce terrible de sus cabellos, el aliento de yerbabuena susurrándo en su oreja las dos palabras secretas a las cuales tenía derecho.

--Son tuyas, Coronel--dijo ella al retirarse--. Puedes emplearlas cuanto quieras.


El Mulato acompañó a Belisa hasta el borde del camino, sin dejar de mirarla con ojos suplicantes de perro perdido, pero cuando estiró la mano para tocarla, ella lo detuvo con un chorro de palabras inventadas que tuvieron la virtud de espantarle el
deseo, porque creyó que se trataba de alguna maldición irrevocable.


En los meses de setiembre, octubre y noviembre el Coronel pronunció su discurso tantas veces, que de no haber sido hecho con palabras refulgentes y durables el uso lo habría vuelto ceniza. Recorrió el país en todas direcciones, entrando a las ciudades con aire triunfal y deteniéndose también en los pueblos más olvidados, allí, donde sólo el rastro de basura indicaba la presencia humana, para convencer a los electores que votaran por é1. Mientras hablaba sobre una tarima al centro de la plaza, el Mulato y sus hombres repartían caramelos y pintaban su nombre con escarcha dorada en las paredes, pero nadie prestaba atención a esos recursos de mercader, porque estaban deslumbrados por la claridad de sus proposiciones y la lucidez poética de sus argumentos, contagiados de su deseo tremendo de corregir los errores de la historia y alegres por primera vez en sus vidas. Al terminar la arenga del candidato, la tropa lanzaba pistoletazos al aire y encendía petardos y cuando por fin se retiraban, quedaba atrás una estela de esperanza que perduraba muchos días en el aire, como el recuerdo magnífico de un cometa. Pronto el Coronel se convirtió en el político más popular. Era un fenómeno nunca visto, aquel hombre surgido de la guerra civil, lleno de cicatrices y hablando como un catedrático, cuyo prestigio se regaba por el territorio nacional conmoviendo el corazón de la patria. La prensa se ocupó de é1. Viajaron de lejos los periodistas para entrevistarlo y repetir sus frases, y así creció el número de sus seguidores y de sus enemigos.


--Vamos bien, Coronel--dijo el Mulato al cumplirse doce semanas de éxito.


Pero el candidato no lo escuchó. Estaba repitiendo sus dos palabras secretas, como hacía cada vez con mayor frecuencia. Las decía cuando lo ablandaba la nostalgia, las murmuraba dormido, las llevaba consigo sobre su caballo, las pensaba antes de pronunciar su célebre discurso y se sorprendía saboreándolas en sus descuidos. Y en toda ocasión en que esas dos palabras venían a su mente, evocaba la presencia de Belisa Crepusculario y se le alborotaban los sentidos con el recuerdo de olor montuno, el calor de incendio, el roce terrible y el aliento de yerbabuena, hasta que empezó a andar como un sonámbulo y sus propios hombres comprendieron que se le terminaría la vida antes de alcanzar el sillón de los presidentes.


--¿Qué es lo que te pasa, Coronel?--le preguntó muchas veces el Mulato, hasta que por fin un día el jefe no pudo más y le confesó que la culpa de su ánimo eran esas dos palabras que llevaba clavadas en el vientre.

--Dímelas, a ver si pierden su poder--le pidió su fiel ayudante.

--No te las diré, son sólo mías--replicó el Coronel.


Cansado de ver a su jefe deteriorarse como un condenado a muerte, el Mulato se echó el fusil al hombro y partió en busca de Belisa Crepusculario. Siguió sus huellas por toda esa vasta geografía hasta encontrarla en un pueblo del sur, instalada bajo el toldo de su oficio, contando su rosario de noticias. Se le plantó delante con las piernas abiertas y el arma empuñada.


--Tú te vienes conmigo--ordenó.


Ella lo estaba esperando. Recogió su tintero, plegó el lienzo de su tenderete, se echó el chal sobre los hombros y en silencio trepó al anca del caballo. No cruzaron ni un gesto en todo el camino, porque al Mulato el deseo por ella se le había convertido en rabia y sólo el miedo que le inspiraba su lengua le impedía destrozarla a latigazos. Tampoco esta dispuesto a comentarle que el Coronel andaba alelado, y que lo que no habían logrado tantos años de batallas lo había conseguido un encantamiento susurrado al oído. Tres días después llegaron al campamento y de inmediato condujo a su prisionera hasta el candidato, delante de toda la tropa.


--Te traje a esta bruja para que le devuelvas sus palabras, Coronel, y para que ella te devuelva la hombría--dijo apuntando el cañón de su fusil a la nuca de la mujer.


El Coronel y Belisa Crepusculario se miraron largamente, midiéndose desde la distancia. Los hombres comprendieron entonces que ya su jefe no podía deshacerse del hechizo de esas dos palabras endemoniadas, porque todos pudieron ver los ojos carnívoros del puma tornarse mansos cuando ella avanzó y le tomó la mano.


Cuento de Isabel Allende, incluido en "Cuentos de Eva Luna"

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2008/10/17 | By: Maitena

APRENDIENDO HISTORIA

Ayer fue mi tercer día de clase, “Los grandes temas de la sociedad española del S. XX” he de confesar que a veces me pierdo entre tantos nombres y tantas fechas pero de lo explicado por el profesor, Vicente Comes, algo va quedando en la vieja memoria de esta tardía alumna.

Debatimos parte del tema, “Confesionalismo- Laicismo, el profesor nos comento sobre Luís Lucia, ( http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Lucia_Lucia )


LIDIA MACABRA

Entre fusiles de guardias,
por la gran puerta de hierro,
van entrando los reclusos
que regresan del Consejo.


Formados en larga fila,
macabra fila de espectros,
los hombres que parecían
aún hombres cuando salieron,
son al volver en la tarde
piltrafas de lo que fueron.

Ojos afuera, arrojados
por los por los horrores de adentro,
solo el espanto del alma parece mirar en ellos…

A lo largo del rastrillo
se ha organizado el cortejo;
y la fila lentamente
va caminando hacia el Centro,
como caminar debieran
si caminasen, los muertos…

Formados en la rotonda
un oficial va diciendo:

-¿Cuántos son?- son treinta y cuatro
-¿y de muerte? – treinta de ellos.

Y a la sexta galería
su mirada dirigiendo
dice a gritos: ¡Oye, tu!
buena corrida tenemos;
van treinta para la lidia;
prepárame tres chiqueros…

Y arriba sobre la cruz
sus brazos de amor abiertos,
sigue la imagen de Cristo
esta casa presidiendo..
(Luis Lucia)
2008/10/11 | By: Maitena
2008/10/10 | By: Maitena

VEJATORIO ES NO TENER TRABAJO DIGNO




Gallardón prohíbe el hombre anuncio por "vejatorio"




Los de arriba dicen:

Éste es el camino de la gloria.





Los de abajo dicen:


Éste es el camino de la tumba







¡NO!

Paso 1:

Se inyectan 5.0 grs de TIOPENTAL SODICO.

Provoca el coma inducido en cuestión de segundos.

Paso 2:

BROMURO DE PANCURONIO.

Paraliza todos los músculos menos el corazón.

Paso 3:

CLORURO DE POTASIO.

Paraliza el corazon.


http://web.es.amnesty.org/pena-de-muerte/index_flash.htm





2008/10/07 | By: Maitena

Doble aniversario

El siete de octubre de 1976 veía la luz un proyecto que se fraguo en mi cuerpo durante nueve meses

Hoy siete de octubre de 2008 un nuevo alumbramiento ha llegado a mi vida….hoy se ha empezado a formar un sueño que durante muchos años permaneció oculto dentro de mis entrañas.

¡¡¡¡Me he matriculado en la universidad para mayores!!!

Hoy a sido mi primer día de clase, hemos tratado… “Los grades temas de la sociedad española en siglo XX”

Estoy contenta, me he sentido a gusto con el profesor que dirigía la clase, me ha recordado en cada movimiento, en cada palabra y en sus explicaciones a un viejo amigo, un amigo común que durante tiempo nos ha ilustrado con sus letras y que también ha despertado sentimientos de madre, de hermana, de amiga….

A el y mis hijas nombro padrino y madrinas de este acontecimiento



2008/09/29 | By: Maitena

Aniversario

Se supone que Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares.[1] El día exacto de su nacimiento es desconocido, aunque es probable que naciera el 29 de septiembre, fecha en que se celebra la fiesta del arcángel San Miguel, por la tradición de recibir el nombre del santoral. Miguel de Cervantes fue bautizado en Alcalá de Henares (España) el 9 de octubre de 1547, en la parroquia de Santa María la Mayor.[2] En el acta del bautizo reza:





Domingo, nueve días del mes de octubre, año del Señor de mill e quinientos e quarenta e siete años, fue baptizado Miguel, hijo de Rodrigo Cervantes e su mujer doña Leonor. Baptizóle el reverendo señor Bartolomé Serrano, cura de Nuestra Señora. Testigos, Baltasar Vázquez, Sacristán, e yo, que le bapticé e firme de mi nombre. Bachiller Serrano.



"Yo que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo "


http://es.wikipedia.org/wiki/Cervantes




2008/09/28 | By: Maitena

La cancion mas triste del mundo



Hace un rato Isabel me decía….

-¿no pones nada en tu blog? -

- No se que decir, por mas que pienso no se me ocurre nada….-

- pon algo sobre Paul Newman, sabes que ha muerto, no? -

- si lo se, y ese hombre me gustaba mucho, lo admiraba y creo que he visto casi todas sus películas…¿que chica de mi época no suspiro por sus ojos?...

Pero, ¿sabes que me pasa?...que se me resiste alagar la vida de los grandes personajes cuando mueren, pienso en las victimas que diariamente mueren sin que sus vidas hayan merecido una simple palabra ni un gesto, pienso en los miles de niños, en las mujeres asesinadas, en las victimas de las guerras y soy incapaz de sentir dolor o pena por que un guapo privilegiado de la vida este muerto en una gran mansión rodeado de amor.
2008/09/20 | By: Maitena

"Hay amor entre los muros"



Desde hace un tiempo mi compañera Toñi se ha integrado en un grupo de ayuda a los presos, da parte de su tiempo libre sin pedir nada a cambio, me comentaba que si da beneficios, se siente plenamente feliz al ver la sonrisa de un niño o las palabras esperanzadas de algún preso haciendo planes para un futuro cuando termine su condena, “hay amor entre los muros” dice.


Admiro lo que hace Toñi, su labor es altruista y desinteresada, existen entes que se lucran de la desdicha de los demás, fines políticos se financian con fondos que tendrían que estar dedicados a estas personas y se desvían sin que sean denunciados por nadie, también existen empresas que crean fundaciones con el único fin de reducir sus impuestos.


Hace días que escribí esto dejándolo reposar con la intención de ampliarlo buscando información en Internet sobre el tema intentando darles desde mi humilde espacio un pequeño homenaje a la gente que es capaz de sacrificar su tiempo e incluso parte de su dinero por ayudar a los menos favorecidos.

Hoy he decidido dedicarme a la búsqueda y el Dios Google que nos manda señales a veces buenas y otras tristes acaba de enlazarme con esta nota, ¿que he sentido al leerla? ....¿rabia? ¿Impotencia? Tristeza, creo que últimamente las injusticias me dejan desánimo.

La infanta Elena cobrará 200.000 euros para ayudar a los niños de Latinoamérica




Carlos Martínez
Rebelión


Ayer hemos conocido que la Infanta Elena tendrá un nuevo “trabajo” y cobrará por él unos 200.000 euros anuales, casi 24 veces el salario mínimo interprofesional español, pero lo que más llama la atención es que sus funciones según el diario “El País serán “en España de integrar laboralmente a personas discapacitadas. En Suramérica colabora en dar educación a niños con problemas de exclusión”. Este diario, servil hasta la vergüenza ajena con la monarquía, justifica esta contratación: “Ambos cometidos están directamente relacionados con actividades por las que la Infanta se ha interesado en el pasado. Doña Elena estudió magisterio y hasta ahora daba clases de inglés en un colegio del que es propietaria junto con un grupo de amigos”.


Cualquier ciudadano con un mínimo de sentido crítico se preguntará ¿No habrá personas con más formación y con salarios más económicos para este empleo? ¿Qué sabrá la infanta de integrar laboralmente a personas discapacitadas que no sean miembros de la realeza? ¿Que tendrá que ver tener un colegio para ricos con los niños pobres? Pero lo realmente vergonzoso es que se ha convertido en asesora para dar educación a niños con problemas de exclusión en Latinoamérica. Con el salario que recibe la infanta se podría pagar a 100 maestros en Perú durante un año, algo que los niños peruanos agradecerían mucho más que el asesoramiento de Doña Elena. Siempre he tenido la percepción (este es un ejemplo claro) que todo el dinero que las estados presupuestan para servicios sociales, al final y en su mayor parte, se destina a sueldos de altos cargos, funcionarios y gasto corriente, y que sería mucho más practico, barato y rápido hacer un simple reparto del presupuesto entre los necesitados.


La otra cara del asunto es el fraude de ley que cometen las grandes empresas españolas con la creación de fundaciones. Estas instituciones tienen que tener fines benéficos y por ello estas corporaciones no pagan impuestos por el dinero que invierten en ellas. La realidad nos dice las fundaciones se utilizan para pagar sueldos vitalicios a familiares, amigos y amantes sin necesidad, ni siquiera, de disimular que no trabajan nada. En este caso, el grupo asegurador Mapfre se asegura una buena relación con la Casa Real. Son 200.000 euros anuales de gasto que una empresa considera rentable.

http://www.carlosmartinez.info/



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