2016/09/29 | By: Maitena





Vencer a la derecha, luchar por una sociedad justa y dejarlos en el banquillo de los que ya no mandan es la meta de los de abajo, de los que parece que nunca ganaron. Nunca la victoria estuvo tan cerca, se rozo con las manos y casi se había conseguido...que paso?... se calculo mal el numero de enemigos, se duplicaron, no es una derecha, son dos, se disfrazan y cuando ven que corren peligro se despojan de la piel de cordero y saltan como vampiros sobre la yugular de los ingenuos rojos cuya sangre los alimenta.
¡Atacan mientras se duerme, ni en sueños se debe bajar la guardia!
2016/09/19 | By: Maitena




En mi larga vida laboral he tenido la suerte de acumular un puñado de excelentes compañeras y algún compañero de los que guardo recuerdos y vivencias que han enriquecido mi sentido de la amistad y el compañerismo.

La ultima etapa, los últimos cinco años han sido una etapa dura, los peores de mi larga andadura...hasta que llego ella a la empresa, hicimos piña desde el primer día que se sentó delante  del ordenador, a la maligna bruja que dominaba el lugar no le cayó en gracia y desde el minuto cero sus ojos no dejaron de acecharla. Me acerque, hable con ella y desde entonces permanecimos unidas. hemos reído, hemos llorado, incluso hemos discutido y nos hemos enfadado. Hace tres años que ya no estoy allí, nuestra amistad continua, nos llamamos por teléfono, nos vemos de vez en cuando y nos mandamos mensajes.

Nuria se casa, después de convivir durante tiempo con Isidro han decido formalizar su estado. Me devané los sesos  pensando que podía regalarle, tenia que ser algo sencillo y especial, algo que no tuviese, que no fuese material, al final, ayer le escribí un cuento...



La fábrica de sueños

Había una vez…

Una gran fábrica donde trabajaban mujeres, en ella se producía ilusión, ilusión para los niños y niñas del lugar y mucho más allá.

La principal artífice de que esto fuese posible era Nuria, era el alma de la empresa, poseía el don de crear, se pasaba horas dibujando con sus lápices de colores, dibujaba niños y niñas de diferentes edades y de diferentes países, después los vestía, coloreaba sus ropas de todos los colores del arco iris y alguno más que ella inventaba, les aplicaba lazos, botones con formas divertidas, casi siempre de animales. Nuria sentía un gran amor por los animales, los gatitos le encantaban y dibujaba cientos de ellos de todos los tamaños, formas y colores. Era tal la ilusión y fantasía que aplicaba a su trabajo que aquellas prendas cuando vestían a las niñas y niños adquirían la personalidad de quien las vestía y desprendían un brillo especial que solo ella percibía.

A Nuria le encantaba viajar, recorría el mundo y de cada país traía sedas, encajes y abalorios que después aplicaba a sus diseños, solamente le faltaba un país por visitar,  la China, soñaba y soñaba…., pero nunca llegaba el momento de poder realizar su sueño y por eso a veces se ponía triste y dibujaba vestidos oscuros, pero no por eso dejaban de tener un toque de magia, ya que sobre el negro siempre había algún toque especial.

(Aquí el cuento pasa del pasado al presente, los cuentos también son mágicos y quien los narra puede hacer estas cosas)

No creáis que Nuria esta siempre dibujando y creando ropa. Ella vive en una casa bonita de colores y con un precioso jardín que cuida con esmero. Comparte la casa con dos seres muy especiales, Pepi, una gatita a la que adora y perdona todas las travesuras que hace. Nuria se ríe cuando llega a casa y Pepi ha causado algún estropicio, como romper un plato, - son accidentes que suelen pasar-, dice Nuria.  Una vez Pepi se puso muy malita, el veterinario dijo que era un virus y que era grave… pero, los cuidados, el mimo y las noches que pasó junto a ella lograron curarla.

Un día, cuando volvía del trabajo acurrucadito al borde de la calle vio un gatito pequeño, un coche lo había golpeado y estaba herido, lo llevó a su casa lo limpió, lo alimentó y cuidó, ahora es otro más de la familia.

¿He dicho que comparte la casa con dos seres? Pues no, me he  equivocado. Hay también otra persona, Isidro. Conozco a Isidro a través de Nuria. Ellos se conocen desde siempre, de toda la vida, como se suele decir, viajan, viven, van al cine, salen de compras, ven la tele…. se podría decir que son dos y a la vez uno de tan unidos como están, no creáis que todo es de color de rosa, a veces se enfadan, intentan ni rozarse, pero…la casa no es grande y más tarde o más temprano tropiezan uno contra la otra y caen rodando por el suelo muertos de risa.

¿Y sabéis que?

¡¡Han decido casarse!!

Nuria e Isidro se casan en un precioso lugar, unos jardines donde también reina la fantasía y la magia. Después viajarán a la China y Nuria verá cumplido su sueño.

Después, volverán felices y comerán perdices.

… y colorín colorado… este cuento… aún no ha acabado

Felicidades y besos:
Amparo
2016/09/16 | By: Maitena

Ya estoy de vuelta.

Han sido solamente tres días, tres días de vacaciones en un lugar hermoso



He visto tres espectaculares salidas de sol reflejadas sobre las aguas del mar, no son las únicas que mis ojos han podido vislumbrar, el Mediterráneo, aquí cerca de donde habito también proporciona bellas imágenes, además, se pueden contar por centenas las que mis ojos han visto y que no cansa ver ya que nunca una es idéntica a la otra y cada una te recuerda que vas superando vida.  

He leído, hacía tiempo que no leía y creo que es hora de retomar la costumbre ya que es un placer que no se debe apartar de la dieta diaria. Los besos en el pan, Almudena Grandes cuenta las historias de tal manera que engancha, historias cercanas, reales, del día a día, a veces tristes pero siempre con un amplio grado de  humanidad. Me he sentido Andrómaca.

La costa alicantina está plagada de gentes que viven bien, desahogadamente bien  Pasear de madrugada por el paseo que bordea la bahía te proporciona otra visión, gente joven que  va o viene y no están de paseo, andan medio adormilados, hace escasas horas que termino su turno en la mayoría de las decenas de restaurantes que pueblan la zona con grandes terrazas y ya tienen que retomar otra jornada

Tampoco todo el mundo está acomodado en grandes mansiones apartamentos ni hoteles, en un rincón sobre el acantilado al lado de tres bicicletas lo que deduzco es una familia veranean durmiendo bajo el cielo raso y el sonido de las olas que supongo no resulte tan agradable como sobre el confortable colchón.

Los he observado desde la terraza del hotel donde nos alojábamos, al ser vecinos me los he encontrado en varios lugares. Por la mañana  temprano el mas mayor, hace torpemente tai chi junto a un grupo experimentado de ciudadanos chinos. Mientras leo a Almudena en la playa  se meten en el agua vestidos, así lavan su ropa, después pasan por la ducha y suben a su habitáculo. Ya atardecido se ganan unos euros, sentados en la puerta de un supermercado, ella, toca la guitarra mientras el mas joven canta.

 Ultimo día, desde mi observatorio particular, un hombre y una mujer se paran descaradamente a mirarlos, ella desenfunda su guitarra y toca para ellos, ellos, que más que la música lo que les llamaba la atención es el modo en que viven, dan la vuelta indiferentemente y continúan caminando, ella, deja de tocar, le da la guitarra al más joven y con el dorso de la mano seca las lagrimas.



2016/09/06 | By: Maitena

CLARA (cuento)




Estos días mucha gente retorna de sus vacaciones, las imágenes en las redes sociales parecen una maratón, cuanto más lejos has viajado y mejores fotos has conseguido, más Like’s consigues.

La gente que no viaja, la que no puede hacerlo por cualquier circunstancia, es como si no tuviese historias que contar ni cámara para tomar imágenes, es como si viviesen sin emociones y su vida estuviese vacía. No es cierto, la gente que no viaja o no sale de su reducido entorno a poco que se fije encuentra  imágenes sencillas de la vida cotidiana así como historias que contar.

Había una vez...

Se llamaba Clara, claros eran sus ojos, su cabello también lo era, las canas habían cubierto su cabeza. Todo en ella era claro, su tez, su sonrisa y sobre todo la mirada.

Clara tenía una peculiaridad, una  rareza. Su pelo se hizo blanco a muy temprana edad, a veces lo lucía durante largas temporadas en su color original, otras en cambio sorprendía y sus cabellos aparecían de múltiples colores, un tiempo verde, otro azul, otro amarillo, incluso de varios colores.... el pelirrojo le encantaba. No dañaba su cabello con tanto cambio ya que utilizaba tintes vegetales que ella misma elaboraba con las distintas hierbas que recogía en las montañas cercanas.

Se levantaba temprano, al alba, montaba en su triciclo de colores y se dirigía a un pequeño terreno que sus padres le dejaron en herencia y que cultivaba con cariño, siempre tenía superávit de cosecha y la repartía entre sus vecinos. Pasaba gran parte de su tiempo en aquel huerto, se sentaba a la sombra de un ciruelo y veía discurrir el tiempo, sus claros ojos se fijaban en las aves que volaban en lo alto del cielo e imaginaba que viajaba montada sobre un gran pato que la trasportaba cruzando mares y océanos hasta otros mundos. Su abuelo había estado en Cuba y le contó tan fantásticas historias de la isla que su único deseo era poder verla antes de morir.

Volvía a casa al medio día, descargaba del cesto del triciclo las verduras con las que se sustentaba, nunca comía carne, solamente lo que la tierra le proporcionaba, eso sí, tomaba leche, al atardecer y después de que los últimos rayos de sol se ocultasen tras el cerro se preparaba un buen tazón de leche de cabra con galletas, un pastor vecino se la llevaba diariamente recién ordeñada.

Las chicas y chicos del lugar solían ir a verla algunas tardes a la salida de la escuela, Clara les hacia tostadas con mermelada de ciruela para que merendasen y sentados en el suelo le pedían que les contase historias, entonces ella se aposentaba en su mecedora, reposaba la espalda, cerraba los ojos, suspiraba y dejaba volar su  imaginación.

A veces les contaba historias de Cuba, aquello que le contó su abuelo, describía a la perfección las calles de la Habana, el Malecón, o la majestuosa zona forestal que cubría parte de la isla donde habitaban múltiples animales. Ponía ritmo agarrando unas maracas que su abuelo le trajo como recuerdo y se marcaba unos pasos de Mambo, Chachachá o Rumba.

Las gentes del lugar no tenían constancia de que alguna vez hubiese estado enamorada, nunca se la vio pasear de la mano de ningún mozo. Un día una avioneta surcó los cielos y hubo de hacer un aterrizaje forzoso en las inmediaciones del pueblo, justo en el campo de Clara. No podéis imaginar el enfado, nunca nadie la había visto maldecir ni levantar la voz, que un desconocido caído del cielo estropease sus hortalizas la superó. Pero como después de la tormenta viene la calma y el hombre se comprometió a reparar el mal ayudándola, se calmó.

Durante los días siguientes se les vio juntos a todas horas, a Clara se la veía mucho más feliz que de costumbre, todos pensaron que algo estaba ocurriendo entre ellos, ¿se habría enamorado?. Los chicos y chicas son los que más notaron su cambio, ya no había espacio para ellos, se acabaron las meriendas y las historias de Cuba.

Siete días más tarde, al amanecer, se escuchó el despegar de la avioneta y vieron como sobrevolaba el pueblo por tres veces. En el asiento posterior al piloto se divisaba una silueta con cabellos de color violeta que agitaba la mano en señal de despedida.

Más tarde, ya recuperados de la sorpresa que los había dejado paralizados se dirigieron todos hacia su casa, la puerta estaba abierta y sobre la mesa, debajo de las maracas, un papel con un mensaje de despedida.


El amor llovió del cielo,
viajo a lomo del gran pato
hacia el paraíso de mis sueños,
os llevaré siempre conmigo,
cuidad de mi huerto y de mi casa.

Abrazos para todos, Clara
2016/09/04 | By: Maitena

Septiembre



Septiembre.




                                                               





  Primeros rayos de sol y primeras huellas en la arena


Cuando el calor aprieta, en julio y agosto, las playas se llenan de gentes, gentes que llegan para disfrutar el verano y paliar el calor en las tranquilas aguas del Mediterráneo

 A partir de Septiembre y antes del verano  es cuando levantarse temprano ofrece un remanso de paz,    sientes en los pies el frescor de la tierra húmeda a la vez que el agua te salpica, son momentos de paz, libertad y momentos para pensar.




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